domingo, 27 de diciembre de 2009

La Casa de Montejo


Su fachada principal, la única que no ha sufrido alteraciones, es considerada "la joya del arte plateresco más valiosa que poseemos en arquitectura civil" del país. También se ha dicho de esa portada que no hay "ningún monumento más rico en este género" e Tan sólo describir el ornato de esa parte del edificio, que tiene indicios de arte indígena, llevaría mucho tiempo debido a la cantidad de elementos que componen sus dos partes.
En el libro que escribió al respecto el historiador Ignacio Rubio Mañé se hace una mención detallada de ese pórtico.
Hay conchas de las que salen cabezas humanas, el busto de una mujer con corona, un hombre barbado cuya cabeza parece cubrir un yelmo o turbante y tritones que sostienen pequeños cartelas con inscripciones: Amor Dei y Vincit (El amor de Dios venció).
Al erudito maestro de la historia del arte en México, Manuel Toussaint, le pareció "muy curiosa" una escultura de ese conjunto que representa a un hombre vestido con piel de cordero que sostiene la base de la ménsula que forma el balcón.
La fachada también tiene capiteles decorados con cabezas de niños con cuernos como si se tratase de diablos o sátiros; hay venados y ángeles en el friso y las columnas, colgantes en forma de flores estilizadas y salvajes burdamente vestidos con pieles de carnero, que sostienen mazas de troncos.
Hay una ménsula formada por cabezas de niños que gritan, lloran o sonríen; guerreros armados que descansan en cabezas de indios vencidos y que sostienen en una mano una alabarda, y en la otra una tosca espada; animales fantásticos y dos leones rampantes en la cornisa.
Se observan también los monogramas de Jesús y de María, y arriba de la puerta el gran escudo de los Montejo, coronado por un yelmo que cobija un águila.
A la muerte de Montejo el Adelantado, la propiedad - ocupaba toda la manzana- pasó a su viuda doña Andrea del Castillo, quien estableció en su testamento que el predio no podría ser vendido sino transferido a su descendencia, instituyéndose así el Mayorazgo de los Montejo sobre el edificio, que duró hasta 1832.
Posiblemente a fines de 1839 la compró Simón Peón y Peón, quien al fallecer en 1869 la dejó a su viuda y luego a su hijo José María Peón Losa.
En 1914 la heredó María Eduviges Peón y Peón, casada con el Ing. Manuel de Arrigunaga y Gutiérrez, quien en los primeros años de este siglo reformó el edificio, dejándolo con los ventanales laterales actuales que sustituyeron a otros de tipo colonial.
Desde hace varios años el edificio es propiedad de Banamex, que tiene una sucursal.

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